lunes, 23 de agosto de 2010

Siboli miraba con horror los dos treces que los dados marcaban sobre el tablero, acaso llenos de azar, o acaso llenos de intervención divina; la imagen de las cazuelas de arcilla acechadas por el fuego en el horno del alfarero que había sido su padre dominaban su mente, perdió toda subordinación contra el plano físico, estaba paralizado como aquellas piezas que su padre torturaba.
Pensó en la vida útil que aquella tortura les daba a aquellas piezas, solo ese pensamiento lo tranquilizaba devolviéndole algo del tiempo y haciendo que el sonido oiga menos a muerte, a nada.
Pensó en Aguirre, tal vez sus ojos inmóviles eran los mismos que los suyos, tal vez el también se encontraba en la misma prisión que él, intento llamarlo -Siboli nunca creyó en paraísos personales ni en infiernos múltiples-, apresuro un grito; nada. Vomito toda su virilidad en un estruendo potencial; no oyó nada, peor al instante, bien al margen inferior de su campo visual vio asomar su mandíbula inferior que se derretía putrefacta con catorce letras de consistencia coagulosa encarnadas en sus labios, dos a, dos g, dos u, dos i, cuatro r, dos e.
No sentía terror, “no podemos fiarnos de los sentidos recordó”, y el no sentía nada, solo veía, y los demas eran muerte. Pensó que cualquier ser muerto podría ser DIOS, o que al menos DIOS era ciego, manco, no conocía las agujas, ni el sabor de un buen vino, ni el lenguaje de un buen pianista, ni podía gritar hacia el abismo hasta que su grito de furia se hiciera el demonio.” Por eso todo es tan loco, nos creó un silencio, que no conoce de colores ni texturas ni aromas……….”Sintio el amor por primera vez en su vida, no entendió como, o hacia quien, pero el delirio se apodero de él,- no importaba hacia quien, uno lo elige como quiere, por conveniencia o por compatibilidad, pero el amor es uno solo, y es un delirio, es tirar los dados y sacar dos treses- penso.
Volvio a su vista otras vez, con delicadeza bajo desde donde quiera que estuviese hasta sus óculos, comprobó lo que temía, de una de las concavidades negras del dado brotaba una lava negra, no sabia donde, pero en algún lugar del tiempo el veía lo que se avecinaba. Pronto la sustancia delimito un triangulo.
Oyo la lluvia, y la piedra se hiso carne, Aguirre era ahora un lamento, una mujer que lloraba sin consuelo, las lagrima resbalaban por su cara masculina con labios de pecado sin cometerse.
La lluvia se acumulo dentro del triangulo, en el resto del planeta se filtro por al tierra, la estructura de oscuras aristas se elevo, ahora el agua era espejo, y el ya no era Siboli. Largos cabellos adornaban su cráneo y tenia espinas en los parpados, estaba semidesnudo, y el cuerpo que el campo labro en él ya no estaba, los huesos ahora besaban su piel, y unas piernas indefensas tocaban la superficie incierta de un triangulo.
Se torno hacia atrás en intento escapar, pronto otro triangulo se erigió, ahora había dos espejos y en el segundo pudo verse como de verdad era, intento tocarse, su reflejo extendió el dedo como él y cuando se rosaron el espejo se volvió una espesura opaca. Una voz con autoridad divina proclamo “ha muerto el padre”.
Se volvió hacia atrás otra vez y se comprobó encerrado en una pirámide de tres lados, en un segundo universal y absoluto medito sobre la imposibilidad de la figura que lo encarcelaba. Miro a Aguirre una vez mas; se encontraba desnudo y de su sexo brotaba sangre, miro sus pechos y vio la leche que recorría todo su vientre. Recobro el horror que antes había perdido, el útero de su amigo se inflaba aspirando la sangre que antes había derramado. Acto seguido se puso de pie, corto sus pechos y los trago a través de dos mandíbulas dilatadas, luego se agacho y con sus labios ya encogidos empezó a chupar la leche que sus pechos habían regado en la base de la piramide espejada.
Siboli aparto la vista de aquella escena, sentía como a cada acto de aquella virgen un orgono se le consumía por dentro, miro hacia uno de los espejos aún fieles a la realidad del interior de la pirámide. Vio a cristo en la cruz, solitario, abstraído, supo que es era precisamente su mirada, abstraída. Luego miro hacia el costado, y comprendió que se encontraba elevado sobre algo, entonces miro hacia abajo y vio una cabellera que envolvía unos pechos ensangrentados con una corona de vertebras. Miro otra vez el espejo, vio a jesus en sus últimos momentos, quiso correr a ayudarlo, pero olvido que se trataba de un espejo, y se sintió otra vez de mármol, el silencio volvió a el, y la muerte empezó a cobrarle sentido por sentido dejándole solo la vista y la escucha; volvió la vista hacia una de sus muñecas y vio la sangues que bajaba por su brazo.
“El hijo a muerto” sentencio el espíritu santo, y vio como el espejo frente a él se teñía de negro.
Oyo como el espejo detrás de el se volvia agua otra vez, y vio como se esparcía por la base del triangulo formando un nuevo espejo debajo de el. Vio a su propio reflejo desmontarse de la cruz opuesta a la de su clavario, y como jesus trepaba por el madero; para cuando las manos de jesus se agarraron para trepar por su cuerpo ya estaba ciego. Sintio con horor pero sin dolor como el “hijo” empeza a comer de su cuerpo. –comed y bebed todos de él. Ahora si, hacemos todos lo que este hijo de puta quiere- fue lo último que hoyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario